Vista Medina
Titulo
Villa histórica, monumental, escultórica y paisajística
Villa de las Ferias

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XX - MEDINA EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

199. - Falta de documentos.- 200. - Los franceses llegan como amigos.- 201. - Enemigos declarados.- 202. - Luctuoso estreno en San Vicente del Palacio.- 203. - Más severas en Nava del Rey.- 204. - Batalla de Medina del Campo y del Carpio.- 205. - Nuestro guerrillero D. Jerónimo Saornil Moraleja.- 206. - Agravios, exacciones y carestía.- 207. - Primera liberación.- 208. - Segunda ocupación; balance de ruinas.- 209. - Primer Ayuntamiento Constitucional.

Continúa con notas de prensa:

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199. - Falta de documentos.-

No he sido tan afortumado como deseara en la pesquisa de tados relativos a los acontecimientos de la Guerra de la Independencia en Medina. Parecía natural que, tratándose de hechos de tanto relieve y acaecidos en época tan reciente, la documentación sería copiosa. Sí abunda la de orden administrativo, y de su examen se colige que los repartos de subsidios y bagajes se llevaron con bastante meticulosidad, pero de orden político y militar los documentos son muy raros. La obligada discrición en la redacción de los acuerdos consistoriales --y falta la mayor parte de aquellos años-- nos veda el conocimiento de algunos sucesos (1). Desconozco, por otra parte, lo que se haya escrito y publicado sobre el particular, si es que se ha escrito algo. En 21 de julio de 1815 se publicó una R. Orden tan sensata como ésta: "Considerando el Rey la grande importancia de proporcionar los medios más seguros y acertados de que consten con certeza los hechos heróicos, los sentimientos leales, las accione bizarras, la constancia en los trabajos, persecuciones y todo género de ultrajes ejecutados y sufridos por sus muy dignos vasallos en la época que ha transcurrido, desde que las tropas francesasprincipiaron a entrar en España con el pretexto de aliadas, hasta que fueron arrojadas todas ellas a viva fuerza, se ha servido mandar que los actuales ayuntamientos plenos, con asistencia de los párrocos, formen una relación circunstanciada de todos los expresados sucesos notables y dignos de publicarse ocurridos en ellos, analizándolos escrupulosamente para fijarlos con toda verdad sin exageración..." De suponer es que aquí se hizo tal relación y aún debió divulgarse, pero no he logrado verla ni he traslucido alusión alguna.

En suma; siendo poco lo conocido de un periodo tan crítico de nuestra historia, mása preciso es el deber de divulgarlo en el presente capítulo.

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200. - Los franceses llegan como amigos.-

En el reinado de Carlos IV, que encomendó las riendas del gobierno a Godoy, apuesto extremeño de 27 años pero falto de experiencia y no sobrado de talento, hubo de marchar España de tumbo en tumbo hasta llegar a ser un verdadero feudo de Napoleón. El embajador de Francia en Madrid era el amo de nuestra politica y de nuestros recursos: de París venían las órdenes para nuestro ejército y para nuestra marina que sufrió los tremendos desastres de San Vicente y Trafalgar. Quiso Napoleón eliminar de Portugal la influencia inglesa, y España abrió de par en par sus puertas al ejército francés. Ya el 9 de enero de 1803 se hace eco el Ayuntamiento del rumor del vecindario por las doscientas camas con que contribuyó y se remitieron a Nava del Rey con motivo del tránsito de tropas francesas. y el 23 de octubre de 1087 un ayudante del Capitán General se presentó en Medina para preparar alojamiento a 500 caballos de tropa francesa, contingente correspondiente a Medina de los 30.000 que cinco días antes habían pasado Bidasoa. Nuestro regidores se devivieron para alojar decorosamente a los vecinos que venían a título de amigos, aliados o protectores, quedando frustrado su celo porquela riada gala no pasó entonces por aquí. Yendo de Valladolid a Salamanca abreviaron la ruta pasado por Nava del Rey a donde hubo precisión de enviar camas y aprestos.

No tardaron sin embargo en venir otros. El día 14 de febrero de 1808 entraron 200 de caballería y 7.000 de infantería. Los primeros hallaron magnífico albergue en el nuevo cuartel del Rey, apenas estrenado; y los segundos llenaron conventos y mesones que dealojaron pocos días después para otros destacamentos que se fueron sucediendo en su tránsito por Madrid. No dejaron de apreciar la excelente salubridad del Hospital y quedaron en él un buen continguente de enfermos y malparados.

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201. - Enemigos declarados.-

Las relaciones de amistad con los alojados duraron poco, pues ya sabemos que el dos de mayo se alzó el pueblo de Madrid contra la hipócrita invasor que poco a poco se había quitado la careta. La repercusión del alzamiento de Madrid tuvo lugar aquí un mes después. Cuando a las diez de la mañana del día dos de junio se reunieron nuestros regidores para conocer una R. O. del flamante lugarteniente del Reino, duque de Berg, traída por un correo de gabinete, comenzaron a oirse los clamores y aclamaciones de una muchedumbre que entraba en la Plaza, enarbolando la bandera de la Cruzada, de que se había apoderado violentamente en casa del comisario. A los gritos de ¡Viva de Fe! ¡Viva la Patria! ¿Viva Fernando VII!, habían recorrido varias calles excitando al vecindario a sumarse al levantamiento. Los regidores salieron a los balcones y oyeron las peticiones imperiosamente formuladas: que se cojan las armas de los franceses hospitalizados; que se requisen todas las existencias en la villa y que se organice el pueblo para rechazar al pérfido invasor.

A juzgar por los términos en que vemos redactada el acta de aquella sesión, no eran estos precisamente los sentimientos de los medinenses más conspicuos, al menos de los dirigentes. Efectivamente; tres días antes, todos los ediles manifestaron su alborozo y satisfacción "por verse condecorados" por el llamamiento que el Duque de Berg hizo a su decano, D. Francisco de Sales Cantalapiedra, para asistir en nombre de la villa a la asamblea de Bayona; y al referirse a la enardecida y vociferante muchedumbre el escribano, eco sin duda de las expresiones proferidas en el salón, la califica de plebe, turba y populacho. Pero había que oírle entonces con mansedumbre y se allanaron lisamente a todas sus demandas, no sin encarecer a los comisarios encargados de notificar el acuerdo a los frances del Hospital, que les ofrecieran la más solemne garantía de la villa de que ni de obra ni de palabra se les causaría ningún agravio.

El aprieto del Regimiento se agravó al día siguiente. En tránsito por Medina se dirigía a la Corte una caravana de carretas con trigo. Sospechando que fuera para provisión del ejército invasor, los patriotas medinenses resolvieron que no pasaran adelante; y en vano agotó el corregidor todas sus artes suasorias y las de los más influyentes jerarcas de la localidad. Las conminatorias no podían ejercitarlas ya porque el desacato era patente, pero lo demostraron unos pasquines fijados en los postes de la Plaza, en que se reclamaba la constitución de una Junta que declarase abierta guerra al francés. Esta actitud levantisca del pueblo fue pronto cohonestada por la orden delcapitán general de Castilla la Vieja, recibida el día 5, para que se constituyese una junta de Armamento y Defensa, presidida por el corregidor e integrada por dos corregidores, dos eclesiásticos, dos militares, dos caballeros y dos vecinos. Con esto la moral patriótica subió no pocos grados para bajar no tardando cuando se supo la victoria alcanzada en Cabezón el día 10 por los franceses y su inmediata entrada en Valladolid. No sé si entró también en Medina alguna patrulla; sería en todo caso por breve tiempo, pues a consecuencia de la grave derrota infingida a los franceses en Bailén, el 22 de julio, evacuaron Madrid y ambas Castillas.

En septiembre del mismo año el presidente de la Junta de Armamento de Valladolid trasladó orden del capitán general, D. Gregorio de la Cuesta, para que se remitieran los caudales de iglesias, obras pías y memorias a fin de subvenir a los gastos que exigían las circunstancias de guerra nacional contra los franceses (2). No tuvieron tiempo sobrado para armarse, porque a fines de año ya estaba el enemigo enseñoreado de la comarca, instalando aquí una división de dragones.

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202. - Luctuoso estreno en San Vicente del Palacio.-

No pasó mucho tiempo sin luctuosa ocupación. Entre Rubí y San Vicente del Palacio un pequeño destacamento francés fue sorprendido por unos patriotas que dieron buena cuenta de sus componentes. Un herido pudo llegar a ésta y dar cuenta del hecho. Al punto organizaron los franceses una expedición de castigo formada por 200 de a pie y otros tantos de a caballo, a a la madrugada del 15 de enero de 1809 se presentaron en San Vicente del Palacio, del que supusieron que habían partido los agresores. Atónitos quedaron los pacíficos habitantes cuando golpeando las puertas y violentándolas, entraba la soldadesca sacando a empellones a sus moradores, a medio vestir. Dos de ellos fueron muertos, y 75 conducidos a Valladolid donde padecieron el consiguiente calvario de amenazas y vejámenes. El más amargo, presenciar la ejecución de otros detenidos como fatídico anuncio de su suerte. No fue ésta tan irreparable porque en las declaraciones resplandeció la inocencia e inculpabilidad de todos, que fueron puestos en libertad el 1 de febrero siguiente. Anualmente siguen conmemorando tan triste osadía con una fiesta religiosa los piadosos vecinos del pueblo inmediato, a cuyo párroco, D. Julio Martín, debemos el relato, conforme a la versión consignada en un libro parroquial.

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203. - Más severos en Nava del Rey.-

Análoga pero más dramática tragedia ocurrió en Nava del Rey. El 25 de octubre del mismo año una pequeña patrulla de caballería francesa fue copada por unos guerrilleros entre Nava del Rey y Rueda, cerca de Torrecilleja. Únicamente se salvó huyendo el corneta que vino, río adelante, y dio cuenta de la malaventura corrida por sus compañeros. Ni tardo ni perezoso el jefe francés envió mil hombres para castigar a Nava del Rey, supuesta residencia de los guerrilleros. Acordonaron la villa y obligaron a los mismos vecinos a llevar leña a la Plaza con la intención manifiesta de prenderla fuego. Súplicas e intercesiones fervorosas de las autoridades ablanda al francés, quien cede en su propósito a cambio de que se le entregue, antes de 24 horas, 300.000 reales, so pena de colgar del balcón consistorialun concejal por cada hora de retraso. Ante amenaza tan categórica y plazo tan perentorio, todas las autoridades multiplicaron sus gestiones y exhortaciones para reunir la cantidas demandada. No lograron completarla en el plazo prefijado y el concejal D. José Pino Carbonero fue colgado del balcón y fusilado. Como la amenaza no era humo de pajas, los navarreses entregaron sin dilación la cantidad total, y pudieron respirar tranquilos los demás concejales. Cúpoles a otros vecinos la suerte fatal de ser acusados por el corneta como participantes en el ataque al destacamento y, sin más comprobaciones, fueron igualmente pasados por las armas (3).

Con tales procedimientos de terror podían sostener los franceses su denominación en el suelo que pisaban y nada más.

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204. - Batalla de Medina del Campo o del Carpio.-

Pronto iba a brindárseles, a los franceses que guarnecían Medina, la suerte de enfrentarse, no con pacíficos vecinos, sino con tropas regulares y disciplinadas. El Duque del Parque maniobraba con su ejército por la provincia de Salamanca, y decidió atacar a los franceses. Así narra el Conde de Toreno la batalla de El Carpio o de Medina del Campo en su Historia de la revoluciónde España, libro X:

"Prosiguió el del Parque su marcha, y noticioso de que en Medina del Campo se reunían 2.000 caballos y de 8 a 10.000 infantes, juntó el 23 de noviembre a la madrugada sus divisiones en El Carpio, a tres leguas de aquella villa. Colocó la vanguardia en la loma en que está sito el pueblo, ocultando detrás y por los lados la mayor parte de sus fuerzas. No logró a pesar del ardid, que los franceses se acercaran y entonces se adelantó él mismo a la una del propio día, yendo por la llanura con admirable y bien concertado orden. Marchaba en batalla la vanguardia del mando de D. Martín de la Carrera; a su derecha, parte también en batalla, parte en columnas, la tercera división regida por D. Francisco Ballesteros; a la izquierda la primera de D. Francisco Javier de Losada; cubría la caballería las dos alas. Iba de reserva la segunda división a las órdenes del Conde de Belveder y dejóse en el Carpio, con si jefe el Marqués de Castrofuerte la quita división, o sea la de los castellanos. Los franceses, aunque reforzados con mil ginetes, cejaron a una eminencia inmediata a Medina. Empeñóse allí vivo fuego y engrosados así los enemigos con dos regimientos de dragones y alguna infantería, cayeron sobre los ginetes del ala derecha, que cedieron el terreno, con lo cual se vio descubierta la tercera división que era la de los asturianos. Más estos, valientes y serenos, reprimieron al enemigo, en particular tres regimientos que le recibieron a quema ropa con fuego muy certero. En la pelea perecieron el intrépido ayudante general de la división, D. Salvador Medina, y el coronel del regimiento de Lema, D. Juan Dringold. Rechazados o contenidos en los demás puntos, sobrevino la noche, y Parque, durante dos horas, permaneció en el campo de batalla (4). Después, obligado a dar alimento y descanso a sus tropas, y avisado de que el enemigo podría ser reforzado, antes de amanecer tornó a El Carpio. Los franceses por su parte, no creyéndose bastante numerosos se alejaron para unirse a nuevos refuerzos que aguardaban. Les llegaron éstos por varias partes y el general Kellerman, reuniendo todas las fuerzas que pudo entre ellas 3.000 caballos, se mostró el 25 delante de El Carpio. El Duque del Parque, hasta entonces prudente y afortunado caudillo, decuidóse y en vez de retirarse sin tardanza, viendo la superiortidad de la caballería, temible en aquella tierra llana, suspendió todo movimiento retrógrado hasta la noche del 26, aguijado con el aviso de las lástimas de Ocaña, cuya nueva, derramada por el ejército, descorazonó al soldado. El 28 por la mañana entraron los nuestros en Alba, tristes y ya perseguidos por la vanguardia enemiga".

La suerte, pues, de la batalla, indecisa y más bien favorable a nuestras armas, se mostró al fin en favor del enemigo, que supo sacar buen partido de los refuerzos que recibiera. Por eso no se explica la resolución que tomó, a lo que parece, y que tanto daño hizo a Medina. Tres días después de aquel hecho de armas, o sea el 26, abandonaron del todo la villa, llevándose las llaves del Cuartel, en el que dejaron, deliberada o casualmente, el fuego que estalló el día siguiente 27, como a las nueve de la noche, en colosal hoguera, imposible de dominar. Medina contempló atónita como se reducía a cenizas el edificio que había absorbido todos los recursosde una centuria (7 N.) . Análoga suerte corrieron, no sé si el mismo día, los conventos de San Francisco y San Andrés, que también se convirtieron en cuarteles improvisados.

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205. - Nuestro guerrillero D. Jerónimo Saornil Moraleja.-

¿Tardaron mucho en volver? Es de creer que no, porque durante los años 1810 y 1811 nohubo formaciones de tropas regulares en esta provincia y comarcas próximas, aunque las recorrieran en intrépidas y desconcertantes correrías los guerrilleros, particularmente el de esta región, D. Jerónimo Saornil Moraleja, cuyas legendarias hazañas merecen ser conocidad por los medinenses de quienes recibió ayuda (5).

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206. - Agravios, exacciones y carestía.-

Alusivos a la actuación francesa en Medina se hallan tres acuerdos del Cabildo Colegial. El 22 de marzo de 1809 acordaron la reanudación del culto divino interrumpido desde fines del año anterior "para evitar las irreverencias, insultos y otras fatales consecuencias que podrían resultar... con motivo del continuado paso de tropas francesas". El 1 de septiembre del mismo año se consigna la orden del general Kellerman prohibiendo la predicación, si no se limitaba a la mera recitación de los sermones aprobados previamente por la censura militar. E el 28 de febrero de 1810 se fijó en los canceles de las iglesias un oficio del jefe de policía de Valladolid conminando severamente al clero medinense al que calificaba de "insurgente, revolucionario" y otros epítetos de más grueso calibre.

De distinto orden que estos agravios eran los onerosísimos gravámenes que la mera estancia de las tropas francesas imponía a los pueblos que habían de sustentarlas. El método empleado en los primeros meses debió de ser la requisa militar inconsiderada e implacable. Para hacerse menos insoportables construyeron los invasores, en 28 de octubre de 1809 una Junta de Subsistencias, presidida por el corregidor e integrada por un diputado de cada pueblo más importante: Medina, La Nava, Rueda, La Seca y Pozaldez. Su cometido fue suministrar al ejército de ocupación los avituallamientos precisos, a base de repartimiento proporcional al vecindario y riqueza de cada pueblo. La Junta celebró regularmente dos sesiones por semana, y confrecuencia eran convocados a las mismas todos los alcaldes de los pueblos. Tres notas resaltan con marcado carácter en ellas; el apremio con que el intendente de la provincia o el comandante de la Plaza hacen sus reclamaciones; la invencible dificultad que los diputados y alcaldes creen encontrar para ejecutar las exacciones correspondientes, estimada siempre exageradas; y la inquebrantable resolución de superar lo insuperable en su ejecución porque de lo contrario, un destacamento militar haría la requisa sin contemplaciones y con mayor detrimento (6). El promedio de la guarnición permanente fue de 600 de infantería y 300 de caballería, más sendos destacamentos en Carpio y Ventosa. A estos habitualmente, y a los gruesos contingentes que circunstancialmente transitaban por la villa, había de suministrar raciones de toda especie, carros y bagajes, entrando a saco en paneras, pajares, bodegas y despensas. En febrero de 1810 se decretó que el quinto de la cosecha se reservara para la tropa, y la contribución pecuniaria quedó regulada en 24.318 reales por semana para todo el partido, constituido por 27 pueblos. El Hospital demandaba por su parte, constante ayuda para los soldados o heridos que hasta el número de 250 llegó a albergar.

En definitiva, la carestía y el empobrecimiento acentuaron en la progresión que revelan estos hechos: el trigo que valía 24 reales fanega al comienzo de 1810, llegó a cotizar a 80 rerales en mayo del año siguiente; los medios de transporte sufrieron tal quebranto en su constante rodar para llevar provisiones al ejército, hasta internarse a veces en Portugal, que sabemos por certificaciones conjuntas dadas por el alcalde, párroco y fiel de fechos, respectivos, que solo quedaban en agosto de 1811 un centenar de carros útiles en todo el distrito, y no pasaban de 300 las bestias de tiro. El abandono de los cultivos se hizo, por tanto, inevitable, y el empobrecimiento consiguiente en extremo desconsolador.

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207. - Primera liberación.-

Aunque no revistan carácter puramente local debemos reseñar brevemente los movimientos de los ejércitos alrededor de la villa. El de ingleses, portugueses y españoles que acaudillaba Wellington y que en la primavera de 1812 tenían su cartel general en Salamanca, se adelantó hasta llegar el 28 de junio, a Nava del Rey, con su ala derecha en La Seca y la izquierda en Pollos. Los franceses se vieron entonces precisados a repasar el Duero por Tordesillas, pero habiendo recibido refuerzos, le volvieron a pasar por Toro el 16 de julio y su vanguardia atacó en Alaejos a la retaguardia de Wellington que se replegó hasta los Arapiles, donde el día 22 se dio la batalla, con tan buena fortuna para nuestra causa que ocho días después ya entraba el ejército victorioso en Valladolid.

Aquel verano, pues, estuvo Medina libre de invasores pero no exenta de preocupaciones y aún de desengaños. El general francés Porsenne, en 29 de julio de 1811, impuso a la villa una contribución de 1.200.000 reales. No fue posible a los medinenses aprontar tan gruesa cantidad porque ya habían soportado otras graves exacciones cuotidianas. Razonaron y suplicaron en todos los tonos, pero solo consiguieron ir dando largas a los sucesivos plazos, y como garantía de la efectividad de la contribución, el francés puso a buen recaudo a los ocho principales hacendistas, a saber; D. Roque Jover, D. Rafael belloso, D. Juan Ortúzar, D. Ignacio Blanco, D. Francisco Cabezas, D. Manuel Martín Herrero, D. Francisco Cantalapiedra y D. Manuel Villoldo, los cuales estuvieron detenidos largo tiempo para que los regidores buscasen lo que por desgracia no había. El 21 de febrero de 1812, el general Monfort, en vista de que todavía no se había hecho la recaudación total , conmimó con la multa de 100.000 reales diarios. Le convencieron de la imposibilidad de hacerla efectiva y rebajó la mitad, y aunque el Ayuntamientoabrió un empréstito forzoso hipotecando en favor de los pagadores del mismo todas las fincas hipotecables del Común, no pudo satisfacer integramente la cantidad reclamada. En este forcejeo constante estuvieron los medinenses bajo la denominación francesa cuya desaparición vieron con el natural alborozo por creer que el bienestar renacería como por ensalmo.

La desilusión, sin embargo, no se hizo esperar, porque los guerrilleros de Saornil --el primero que se presentó y puso de comandante de la Plaza a su lugarteniente D. Isidro Astorga--, los soldados D. Carlos de España y os ingleses Wellington también comían y, no trayendo sobrados avituallamientos, reclamaban raciones y más raciones, sin olvidar a los que, so capa de guerrilleros, eran sencillamente merodeadores... (7). ¡Lamentabilísima estela de miserias y lágrimas...! Circunstancia apreciable de los escasos documentos analizados es que el ejército regular transigía muy a regañadientes con la comandancia de Astorga por su cualidad de guerrillero, de quien formularon frecuentes acusaciones.

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208. - Segunda ocupación; balance de ruinas.-

Pasó aquel verano y gran parte del otoño sin la más molesta y odiosa presencia del francés, mas el 30 de octubre, Wellington, que había llegado hasta Burgos, se ve precisado a repasar el Duero por Tordesillas, y el 7 de noviembre ya tenemos aquí a los indeseables héroes de allende el Pirineo, tratándonos, por supuesto, más despidadamente que las veces anteriores. La estancia ahora se prolongó hasta el 24 de mayo de 1813 en que se marcharon para no volver, dejándonos de esta su última malhadada visita el siguiente saldo de daños, según las tasaciones hechas por el maestro académico D. Tadeo Díez, a instancias del procurador del Común:

Calle Casas damnificadas Tasación en reales
Ávila
21
79.270
Villanueva
4
18.150
Corralillo de los Patos
5
10.260
Rabé
3
15.800
Angustias
2
21.200
Troncoso
4
11.750
Lobato
2
8.360
Artillería
5
6.850
Carreras
6
35.150
Magdalena
4
15.700
Salamanca
14
103.570
Zamora
6
10.700
San Martín y Barrio Nuevo
4
23.400
Ronda de Gracia
3
15.400
Plazuela de la Real
8
18.860
Damas
6
12.250
Chalamandrín
9
26.640
Ronda del Colegio
2
3.250
Santiago
16
106.500
Callejuelas del Río
5
21.200
Rúa
3
10.900
Valladolid
20
74.800
Cañas
1
4.200
Quadra
1
4.700
Herrería
11
34.520
Escuderos
8
19.290
Plazuela del Carbón
4
36.300
Cuenca
5
18.000
Toledo
1
3.200
Ronda de San Francisco
2
7.700
Corral de Bueyes
2
109.800
Puentes
 
41.800
 
-----------------------
-------------------------------
TOTAL
186
926.540

"Estas casas y edificios --añadía el tasador-- unos han sido quemados. otros desmontados y todos existen inservibles; lo mismo que el Cuartel Nuevo y ocho conventos de religiosos, de los que no se hace mérito del coste de su reparación que sería considerable". (8).

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209. - Primer Ayuntamiento Constitucional.-

No obstante esta angustiosa situación porque los medinenses pasaban en el verano de 1812, tuvieron todavía humor para celebrar la promulgación de la Constitución, la famosa de Cádiz, verificada el 15 de agosto, previa invitación de cabildos, nobleza, escribanos, etc., saliendo del Consistorio a las 9 de la mañana para leer en un tablado dispuesto en el atrio de la Colegiata, mientras que en retrato del Deseado, bajo dosel, recibía los homenajes de la multitud en la fachada del Ayuntamiento, Al día siguiente, domingo, todos los nuevos ciudadanos recibían la confirmación política, prestando juramento en las respectivas parroquias, previa exhortación de circunstancias hechas por los párrocos. De entonces data la lápida dedicatoria que hemos visto en la fachada del Consistorio hasta fecha reciente.

Promulgado el nuevo código político había que darle cumplimiento, y al efecto el día 27 se volvían a reunir por parroquias las respectivas feligresías, sin excepción ninguna, para designar un elector --San Antolín y Santa María del Castillo dos por su mayor feligresía-- a fin de nombrar los nuevos regidores constitucionales que, por cierto, en su mayoría venían figurando desde hacía muchos años. Los medinenses optaron entonces por las canas. El nuevo Ayuntamiento Consistorial elegido el día 30 de agosto y constituido a las tres de la tarde del 2 de septiembre fue el siguiente: alcalde, D. Joaquín Montalvo; regidores: D. Rafael Belloso, D. Luis Fernández Polanco, D. José de Dueñas, D. Álvaro María de Ulloa, D. Domingo de Cotes, D. José de Dueñas, D. Álvaro Mª. de Ulloa, D. Domingo de Cotes, D. José Zapata y D. Ildefonso Casado; procurador del Común, D. Antonio Garrido, pbro. Estos buenos regidores escribieron seguidamente una carta al Regente en que le participaban los fervores constitucionalistas de sus convecinos y auguraba la soñada etapa de orden y justicia: "El anuncio de la Constitución, decían, llenó de júbilo a los honrados habitantes de esta villa, porque agobiados en el peso de las armas enemigas, y víctimas del capricho y de la opresión del despotismo, vio en este día puestos los fundamentos del orden y de la justicia". Si hubieran sido sólidos y firmes los consabidos fundamentos, no se habría prolongado demasiado la convalecencia de las graves heridas recibidasen guerra tan calamitosa. Por enésima vez las esperanzas resultaron fallidas. Durante buena parte del siglo arrastró Medina una vida más empobrecida y menos edificante que en las centurias anteriores. El capítulo venidero nos nos lo dirá terminantemente, si bien quedamos ignorando lo acaecido en el quinquenio inmediatamente posterior a la guerra por lo explicado al principio de esta capítulo.

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(1) - En la sesión del 9 de julio de 1838 un regidor expresó su creencia de que todos los documentos concernientes al periodo constitucional fueron regidos y trasladados a Valladolid. Consigno el dato por si pudiera servir de orientación

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(2) - A posteriori vemos claramente que, conocido el propósito que abrigaba Napoleón respecto a España, la pérdida de la batalla de Bailén y la retirada de su ejército de ambas Castillas, no significaba desistimiento de sus planes, ni mucho menos su derrota definitiva. Pero nuestros regidores --altos y bajos-- notenían entonces tan clara idea de la realidad y su euforia quedó patente en algunos hechos. A los clamores del pueblo pidiendo novillos, contestaron el 31 de agosto de 1808 que, efectivamente, no había razón que justificase la supresión del festejo que hacía sus delicias, antes al contrario, "por las recientes victorias alcanzadas por nuestras tropas y por al derrota decisiva del ejército francés en Portugal". Asimismo se dispusieron a celebrar la solemne proclamación de Fernando VII, distribuyéndose a cada uno --no obstante repetidas y añejas prohibiciones-- 20 doblones, igual a 1.200 reales, para hacerse un vistoso uniforme de casaca, calzón, chupa, sombrero y adminículos, más otras cantidades proporcionales a escribanos y subalternos; todo a costa de empréstitos, pues reservas no había. Cuando todos los preparativos estaban ya a punto de caramelo, llegó la noticia, el 13 de noviembre, de que los franceses habían entrado en Burgos y se aproximaban a Valladolid. Si su necio optimismo no les hubiera hecho gastar la pólvora en salvas, podrían haber gastado en fuego de fusilería contra el invasor... Por eso decía Wellington que en España descuidaban el armamento porque creían que el facto decisivo era el entusiasmo...

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(3) - V- Historia de Nava del Rey, por D. Federico Carbonero.

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(4) - El pueblo peor librado en esta batalla fue El Campillo, en cuyas inmediaciones se desarrolló la acción principal. En declaración suscrita por el alcalde, párroco y fiel de fechos, contestando a un requerimiento del intendente de la provincia, manifestaban que "el general Kellerman, movido por su piadoso corazón" exentó al pueblo de toda contribución al considerar cuán arruinado había quedado. De los 50 vecinos que tenía, quedaron solamente doce; diez personas murieron y los demás emigraron. Fueron quemadas o destruidas 33 casas.

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(5) - Espigado, particularmente, en Los guerrilleros de 1808, de Rodríguez Solís, con algún recuerdo que tradicionalmente ha conservado la familia, hemos podido pergeñar biográfica de Saornil.

Había nacido en Calabazas el 21 de diciembre de 1771 y vivía en Pozal de Gallinas, consagrado al cuidado de una modesta hacienda. Ya acreditó su valor luchando en contra de los franceses en la brillante campaña del general Ricardos en el Rosellón, el año 1793, y al verlos hollar con traiciones y engaños elpatrio suelo, se lanzó, como tantos otros, al campo. Cuando con el propósito de perseguir y aniquilar a los ingleses, como lo consiguió, salió Napoleón de Madrid el 24 de diciembre de 1808 y pasó por esta o por sus inmediaciones el 26, camino de Tordesillas, Saornil, con ayuda de tres paisanos, sorprendió a un correo francés y dio muerte a la escolta. Corriendo grandes riesgos pudo presentar los pliegos interceptados en Orense, al Marqués de la Romana, quien le recomendó a la Junta General que, en 11 de enero le reconocía el grado de alférez y le autorizaba para organizar en su tierra una guerrilla. Prevenido de esta manera, recorrió estos pueblos animando a unos, excitando a otros y logrando en poco tiempo reunir una partida de 20 hombres con los cuales atacó el destacamento francés de Arévalo, que se componía de un capitán, dos tenientes, tres sargentos y 50 soldados, los cuales hostilizados también por la población, se rindieron a discreción. Conducía estos prisioneros, con tres carros y sus valijas que había interceptado, cuando supo, al llegar a Cisla, que en Madrigal había entrado un convoy que se dirigía de Salamanca a Madrid con buen aprovisionamiento y escoltado por 100 infantes. Encomendó a Saornil la custodia de la presa que llevaba a los vecinos de Cisla y marchó en busca de los franceses a los que atacó dividiendo sus fuerzas en tres pelotones, con tal ímpetu y fortuna que huyeron a la desbandada los invasores, dejando en poder del vencedor diez prisioneros y 22 carros que componían el convoy, todo lo cual, juntamente con la presa anterior, entregó Saornil en Ciudad-Rodrigo al general Miguel Vives, 16 de abril.

A su regreso atacó a los franceses el 2 de mayo en Fuentesaúco, donde había 50 infantes y 40 ginetes que se entregaron después de enconadas resistencia. El parte que dio la gaceta de este hecho de armas decía "El resultado ha sido la muerte de 16 franceses y la prisión de 64, teniendo Saornil cinco guerrilleros de pérdida y cuatro caballos, entre ellos el propio". Se trasladó posteriormente a Ledesma y reforzando las tropas del coronel Martínez se pudo impedir que entrara en aquella villa el general francés Mortier, no obstante se empeñó en lograrlo. En el mes de julio estuvo nuestro guerrillero, entre Olmedo y Hornillos, un importante convoy que se dirigía a Madrid, dando muerte a 35 de la escolta y apresando, a 25, más 24 arrobas de plata labrada que entregó al Duque del Parque, de quien entonces dependía. Sorprendió en la Bañeza a su guarnición francesa, haciendo 30 prisioneros y apoderándose de cuantioso aprovisionamiento que allí tenía y que condujo a Puebla de Sanabria.

En las operaciones efectuadas por el Duque del Parque en las proximidades de esta villa en el mes de noviembre, contó con la precisa ayuda de Sahornil tan conocedor del terreno, y aunque aquél hubo de retirarse a la provincia de Salamanca, éste pudo después infiltrarse por entre los destacamentos franceses y volvió a recorrer estos pueblos con el disfraz consiguiente para levantar su espíritu alicaído por los últimos reveses. No dejó de extrañarle cierta desgana que advertía y aún algún sobre salto que se transparentaba donde quiera que se presentaba. Explicóse la causa cuando alquien le dijo confidencialmente que los franceses habían puesto precio a su cabeza. Se vio entonces comprometido y abandonado, pero él no se amilanó. A fuerza de intrepidez, e constancia y sangre fría consiguió enardecer a los apocados y reclutas nuevos campeones de la independencia patria. En secretos y arriesgadísimos trabajos de organización pasó buena parte del año 1810, cuando la actuación de estas tierras llanas y decubiertas eraharto comprometida, por la presencia de muchos y poderosos contingentes enemigos. No dejó, sin embargo, de realizar sorprendentes golpes de mano. Tal el que llevó a cabo en la noche del 29 de octubre. En connivencia, claro está, con algunos patriotas medinenses, aleccionó a 20 de sus más intrépidos secuaces que, conocedores de veredas, calles y callejuelas, arropados bajo sus luengas capas pardas para ocultar sus tercerolas, a guisa de pastores y campesinos, afluyeron, a hora convenida, a la posada del Arco, donde sabía que tenían 40 caballos; sorprendieron a los descuidados guardianes y no solo se apoderaron de aquellos caballos sino de otros que había en la administración de Postas, saliendo presurosos con la presa. De aquí salieron en su persecución 400 dragones y 800 infantes, que hubieron de retroceder ante la resistencia que toda la guerrilla les opuso. El general francés, conde de Erlón, castigó la complicidad y complacencia de los medinenses, imponiéndoles una multa de cien mil reales, para librarse de la cual rogaron las autoridades al audaz guerrillero que restituyera la presa, pero respondió que no podía hacerlo sin autorización de sus jefes, y adjuntó un oficio para el general IIlán, asegurándole que Medina no era responsable delhecho realizado por la guerrilla.

En 5 de diciembre atacó en el pueblo de pajares al traidor Morales que con 500 franceses salía de Ávila, escoltando un correo, y le obligó a encerrarse en Arévalo, causándole numerosas bajas. Fracasó en su intento de copar a la guarnición de Belliguillo, que se hallaba protegida por fuerte empalizada. Estando en San Cristóbal del Alto pocos días después, vio llegar a viarios guerrilleros de la partida de Pedro García que venían perseguidos por los franeses; acometió a éstos y rescató 12 prisioneros que llevaba. Tuvo confidencias de que de Santa María de Nieva había salido un convoy para Olmedo. Preparó su gente, le atacó con vivo fuero de fusilería el 2 de enero de 1811 y se lanzó con la caballería contra el enemigo dispersándole y haciéndose dueño de muchos carros de galletas, lana y tabaco que repartió por aquellos pueblos.

En este año extendió sus correrías por otras provincias, ya con sola su guerrilla, ya asociado a la de su pariente Basilio Moralreja que operaba por Toledo con el médico Palarea... Vuelto a esta tierra, el 4 de junio repitió en Olmedo la hazaña de la posada de Medina con idéntica fortuna. Cerca de Peñaranda barrió a una numerosa columna y estando en esta población fue cercado el día 1 de julio, deviendo su salvación a su temerario arrojo y a la pérdida de 300 de sus guerrilleros.

No tardó en reorganizar la partida y continuar acechando correos y pequeños destacamentos que desbarataba como por ensalmo, siendo su característica la movilidad constante, haciendo jornadas inverosímiles y personándose inopinadamente en puntos muy lejanos del lugar donde le perseguían. Toda su actuación habría rayado en lo maravilloso sin la constante ayuda que recibía subrepticiamente de los pueblos que, por el contrario, procuraban despitar a sus perseguidores. A principio de 1812 cayó en su poder un convoy, entre Olmedo y Arévalo, que además conducía muchos prisioneros españoles que recobraron su libertad; y en febrero, no lejos de esta villa, atacó de súbito a una columna de infantería derrotándola por completo, y a poco llegó a sus manos un cañón que los enemigos habían dejado en uno de sus conventos.

Cuando Welliington operaba en Salamanca acudió a él para recibir instrucciones. Le recibió el general inglés con el mayor obsequio y por encargo del Príncipe Regente de Inglaterra le hizo un presente de dos pistolas con carta muy afectuosa. Tomó parte muy destacada en la victoria lograda en Arapiles, con el grado de coronel, después de la cual vino a Medina para expulsar al intruso. Se apostó seguidamente en la Cistérniga vigilando los pasos del Duero y librando reñidos combates. Entró con Weling en valladolid, avanzó hacia Burgos y penetró en la Rioja, reproduciendo en aquella región las proezas llevadas a cabo en el centro de Castilla.

Cuando elejército inglés volvió a retirarse a Portugal, nuevamente desperdigó su guerrilla para volver a concentrar rápidamente y actual con iguales bríos. Subrío un serio revés en Fuente el Sol el día 16 de marzo de 1813, pero no fue obstáculo para que amargase la fiesta con los afrancesados de Valladolid proyectaban como homenaje al intruso rey josé el día 19. En el programa figuraba una novillada, y al conducir los toros de Portillo a la capital, toparon con Saornil, con cuyo visto bueno no contaban, y cambiaron de dueño y de destino (a). Todavía tuvo ocasión de jugarles a los franceses otras malas partidas en Villalba de Adaja. Fuentesaúco, Alba de Tormes y Piedrahita, haciéndose tan popular de estás región que las gentes celebraban sus hazañas con canciones populares que terminaban con este estribillo:

Síguela, síguela
Guerrillero Saornil;
Síguela, síguela
Yo te daré mi fusil.

En premio de tantos servicios el general Castaños le nombró administrador de todo lo perteneciente al convento de la Moraleja, cuyos monjes se habían disuelto, y comisionado en las provincias de Segovia, Ávila y Salamanca para la represión de malhechores.

(a) Cosas taurinas de Valladolid, por D. Juan Agapito y Revilla

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(6) - En todas las circunstancias de la vida hay personas que se conducen con rectitud y nobleza. Así hemos de juzgar que el acuerdo tomado por la mencionada Junta el 11 de noviembre de 1810, de obsequiar al gobernador militar, Mr. Fourtine con una mula de 6 años, 7 cuartas y dos dedospor el benéfico influjo que ejercía cerca del general kellerman para suavizar y aminorar las requisas hechas al partido. Y el 22 del mismo mes acordó así bien hacer al comandante de la plaza, Mr. Guinet, un donativo de 60 doblones en reconocimiento a la disciplina que imponía a la tropa "respecto a los paisanos para que no sean molestados y para moderar y cercenar racionamientos abusivos.

A virtud de la certificación dada por el administrador de diezmos de la cosecha de 1809, se estabelció la siguiente relación de riqueza: Medina, 1; La Seca, 3,23; Nava, 3,06; Rueda, 2,93; Pozaldez, 1,21. La de los demás pueblos era inferior a la de Medina, que estaba, ya se ve, en patente minoridad respecto a La Seca, Nava y Rueda. La relación guardada por el vecindario, hecho casa hita, era la siguiente: Medina, 1; Nava, 1,68; Rueda, 1,14; La Seca, 1,12. Los restantes pueblos tenían menos vecindad.

Para el racionamiento se estableció que la fanega de trigo rindiera 60 raciones (más de 500 gramos); la de cebada, 10; la de legumbres, 600 (unos 65 gramos) y la cántara de vino, 32, o sea un cuartillo.

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(7) - Un dato se consigna en una cuenta de raciones del mes de agosto de 1812, a saber, que el escuadrón de Saornil no se le suministrabaración de vino "por faltar tal especie en el país". Las paneras también estaban vacías porque el 7 de marzo habían pedido los labradores "se sirviese permitir llevar sus ganados a las dehesas, mediante que no tiene cebada ni paja". Los afortunados que comían pan habían de pagarlo a cuatro reales y cuartillo la libra a los panaderos de Soria, únicos que venían para abastecer preferentemente al ejército.

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(8) - El mismo maestro académico había cifrado el presupuesto de reparación del Cuartel el 20de diciembre de 1809, en la sima de 347.328 reales. Como había importado su construcción más de tres millones, se ve claramente que el incendio no afectó a todo el edificio. En efecto, dela descripción detallada que hizo, resulta que importantes trozos del mismo no fueron alcanzados por las llamas. La devastación fue, pues, posterior y no imputable en primer grado a los franceses, sino a los españoles que empezaron a sacar maderas para sus reparaciones.

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